El valor de una conversación
La comunicación de hoy es diferente porque todo lo que necesitamos trasmitir no podemos hacerlo, como era en la forma presencial, por lo tanto al simplificar la comunicación a lo que hoy podemos llamar datos, nos quedan por fuera un montón de elementos imprescindibles, que antes teníamos.
Nos vienen contando e informando que nuestro contexto cambia a cada instante y lo que observamos, es que aparentemente nuestra relación con el mundo se va complejizando, no sólo porque no dispongamos de las habilidades para afrontar nuevos roles sociales, sino porque la cultura, nos devuelve mensajes contradictorios. Por un lado nos habla de la complejidad y por otro quiere que simplifiquemos la forma de abordarlo. Nos pide que sólo nos manejemos por datos, o sea que transfiramos todo lo que implica comunicarnos a partir de información restringida, donde sólo podemos compartir lenguaje verbal.
La comunicación de hoy, es una comunicación diferente porque todo lo que necesitamos trasmitir no podemos hacerlo, como era en la forma presencial, por lo tanto al simplificar la comunicación a lo que hoy podemos llamar datos, nos quedan por fuera un montón de elementos imprescindibles, que antes teníamos.
La comunicación de un mensaje tiene tres tipos de elementos básicos:
Verbal: 7%
Palabras.
Prosódico: 38%
Tono, claridad y expresión.
Corporal : 55%
Gestos, posturas, contacto ocular, contacto físico, aspecto, vestimenta.
Lo que podemos observar es que en un contexto que amplía su complejidad, recortamos nuestros recursos para abordarlo. ¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐨𝐬 𝐞𝐥𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨𝐬 𝐟𝐚𝐥𝐭𝐚𝐧? 𝐂𝐨́𝐦𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐛𝐫𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐬𝐨́𝐥𝐨 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬, 𝐝𝐚𝐭𝐨𝐬, 𝐧𝐮́𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬?
También es importante entender que el sentido de nuestras conversaciones, no están sólo al servicio de transmitir y transaccionar información, sino también para compartir, fusionar y consumarnos con los demás.
Esa es la gran necesidad que tenemos y que queda frustrada, porque hay objetivos de transacción, de efectividad y de resultados que se nos imponen culturalmente por sobre nuestra naturaleza.
Si no entendemos el valor que tiene nuestra conversación, ¿𝐪𝐮𝐞́ 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐥𝐞 𝐩𝐨𝐝𝐫𝐢́𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐝𝐚𝐫 𝐚 𝐞𝐬𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐚𝐜𝐢𝐨𝐬? Sólo al comprender lo vital que son para nosotros podemos considerarlos, crearlos y cederles espacio en nuestras vidas.
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